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sábado, 4 de abril de 2015

El valor de la vida

Nuestra vida vale
ni tanto como una madre cree,
ni tan poco como la piedad que exhibe
un océano que nos engulle.
Así nos debatimos sabiamente cada día
con la dignidad restante a flote
y desoyendo los consejos protectores.

La vida,
esa expresada muchas veces en días, años…
¡tiempo!
“El tiempo es oro”, suele decirse. (¿Lo dirán por el aceite?)
Pero nadie duerme con lingotes de vida bajo la almohada
como forma segura de inversión,
pues el día perdido, no valdrá nada en el futuro.

Un día, un amanecer compensa la larga andanza,
incluso desacompañado;
sin embargo, hay aquellos momentos
en que taciturnos nos arrastramos
y ni damos cuenta de ese mundo
floreciente sin pausa.
¡Cuántos se han despeñado por esas curvas!
Mi más profundo respeto tengan todos.

¡Ay, vida mía!, no sé cuánto apreciarte…
Quien mucho aprecio te da
con mucho celo te cuida
y cualquier placer se torna amenaza.
Los hay esclavos de sus coches,
de su hogar,
de la voluntad fortuita de quien no conocen.
¿Hay algo peor que ser esclavo de tu propia vida?
Quisiera ver con mucho brío
cuerpos matutinos asomados por las ventanas
sometiendo sus vidas, despertándolas, a sacudiduras
como si fueran alfombras, harapos…
¡La vida hay que vestirla como un harapo más!

Al contrario, un desprecio excesivo
vulnera la vida;
débiles nos hace,
de todos los placeres somos presa
y para continuar adelante
no dudamos en arañarnos nuestra propia carne.
Nos hacemos caníbales.

Para afinar el valor de esta vida
contaré las veces que me siento sustancia etérea.
Solo significará para uno mismo,
mas que importancia tiene
si este bien intransferible:
las bocas que besé,
los pueblos que poblé,
los vivos de este corro circundante,
sangre de la mía, o ajena sangre también,
no podrá trocarse nunca.

sábado, 7 de marzo de 2015

A2


Cae la última helada
y ensanchan los tallos,
oídos maltrechos
se prestan al canto.
Lo que no se yergue
padece en lo bajo.

Toda primavera la bate un amor,
con fuerza tan grave que al pecho detona.

Campan con primor
cuervos escasos
de rayos certeros
que ahuecan las manos;
habrán de colmarse
con frutos intactos.

Toda primavera sostiene a destajo
melodías vivas, raíces del alma.

Las noches se parten,
a veces me arrastro
buscando su cuerpo,
nubloso peñasco.

Sin tal primavera, sin tal rendición
del calor de una vera a otra vera.

Me siento uno más,
solo otro retazo,
que flota y se pierde
y afonda en un lago.

Sin tal primavera quién me iba a insuflar
la prístina esencia, de mí forrajera.

domingo, 16 de marzo de 2014

Plegaria a Dios

Perdón, soy un descreído,
carezco de toda fe,
pero aun sabiendo del libre albedrío
al que me hubieras sometido
—suponiendo aquí tu existencia,
y sin que esto sirva de precedencia—,
te pido, Dios te lo pido,
con alevosía y vehemencia,
que otra vida no me des.

De otra vida déjate
porque aquí haciendo unas cuentas,
mira a ver Dios si algún día lo tientas:
Entre abusos y lides,
hambres y demás pródigas reyertas,
no sería descabellado pensar
que mi otro destino de niño al pasar,
en lugar de una pelota en la tierra,
con una cabeza rodante tuviera un traspié;
esa u otra desgracia, vete tú a saber.

Desconozco tu criterio,
creo que no figura en evangelio.
Entre tanta palabrería
tus súbditos se quedaron con la de romería,
o pecado, o adulterio;
mejor hubiera sido la fórmula
para plantar desgracia en barbecho
con una orvalla una sola,
¡ay, quién sacara entonces pecho!

No quiero molestarte más,
perdona la crítica de la Providencia,
que espero, no sea sacrilegio,
(o semejante me suena de cuando la cruz
era todavía compostura del colegio.)
¿Cuánto te debo si no?

viernes, 7 de febrero de 2014

A1

De su tierra afuera
saborea uno la palabra
que pronunciara allá, sin dar cuenta siquiera,
la precisión que la consagra.

¿Dije amigo o conocido?
en esta lengua traicionera,
¿que en ti pensé o que te olvido?,
¿que te tengo o te tendría? (Yo quisiera.)

Siento ando descalzo
sin el verbo que me mueve,
el adjetivo con que ensalzo.
Tampoco puedo ensalzar la blanca nieve…

¿Con ese sonido ajeno-lancinante
quieres arrojarme una maldición?
Quizás el sentido es de buen talante,
incluso lasciva una pretensión.

Ante todo esto yo a veces callo,
y transluzco con un gesto el corazón,
que con un gesto mi intención tallo
mejor que con poca acertada dicción.

jueves, 15 de agosto de 2013

Quien todo lo rige

  A la cama va el viejo,
que es un cartón,
pues su casa arramplaron
por las de Dios.

  Hoy, quien todo lo rige:
la religión:
bancos de sed ingente
y corrupción.

  Loros de circunloquio
ven sedición
que otros se hayan plantado
con decisión.

  Si esto nos representa
a la nación,
ni rey por ser sería
como el Borbón.

lunes, 12 de agosto de 2013

De la nada

Es una grata lección que recibí en el instituto.
Tan solo nos pedía dejar la mente en blanco,
una profesora sosa, macilenta y desganada:
―Hoy toca relajación. ¡A la cartera los libros!
Cerrad bien los ojos, la respiración honda
y perdeos en la nada…

Yo que aborrecía el negro de la habitación oscura
y de todo lo sinfín, no quería ver la nada,
y antes que nada, mi mente, cuerpos desnudos pintaba.
Cuerpos cercanos, que pude tocar con las yemas,
entrecortaban mi aliento, en lugar de compasarlo.

«Cogemos el aire…»
Y bocanadas de oxígeno estremecían mis sesos
cada vez más extasiados; avivando de esta forma,
arrojando nitidez a cada torso sinuoso
que asomaba entre las prendas con sutileza entreabiertas.

«Echamos el aire…»
Y un rostro turbado, tal vez un miembro erguido
se distorsionaba entre la oscuridad,
que es de la nanádada, la mejor compañera
para su eco.

martes, 30 de julio de 2013

Bajo el suelo

foto en: http://www.flickr.com/photos/mcrucera/

De pie, nosecuantos metros bajo suelo
en este atascadero de angustiados
cuerpos, por alguna ley sepultados,
paredes de carne y caras de hielo.

La entrada la tiene prohibida el cielo
a esta cueva angosta de segmentados
y férreos reptiles enrielados,
que chirrían a fin de mi desvelo.

Un cuarto mundo, tripas del primero,
regüelda para afuera con esmero
zapatos con más brillo que el calzante.

Una noche perpetua y pasadiza,
horadada en una ciudad plomiza
que desea su vía se trasplante.

miércoles, 24 de julio de 2013

Un abandono

Ni la geometría curvilínea de mis sueños
allanaría este talud sobre el cual se encarama
mi, cada vez más cubierto de estrías,
desposeído y abarrotado, cuerpo en llamas;
tantas, cuantos cantos de sirenas
se apagaron en fricción contra su eco;
tantas, cuantos amaneceres
eternos serán en tu recuerdo.

Ser despojado de aquella fragante presencia
merece un calvario, igual que por un muerto,
cuando no fingido, de una amargura abisal;

merece un ensordecimiento del alma, pleno,
de orejeras con blindaje argénteo,
sin lugar a un resquicio por donde sacuda una sonrisa estridente.

La solemnidad de todo esto
pide la inclinación de las plumas hasta el reposo, encima del folio,
posiblemente, parte del relato jamás escrito,
por orden del clamoroso abandono del amor.

Que toda esta penumbra, al fin, pueda ser
la tierra de donde emerja un nuevo brote
en cuya adultez no arroje cítricos al suelo.


lunes, 15 de julio de 2013

Te dicen la loca

Te dicen «¡Ay, la loca!» los presuntos juiciosos
porque cantas al cedro en La Isla de Llorosos,
mientras ellos respiran sus humos cavernosos.

Buscas la ciudad tuya, silenciosa la noche,
receptora de ti, cartera de reproche
que entrega la misiva con destino un pedroche:

Un castillo derruido toda ladera arriba
te acoge en sus paredes y templa tu saliva.
Allí, esquiva amiga, la soledad se cultiva.

Despega el perfume frágil de las agujillas
cuando pasas, sigilosa, sobre las puntillas
dando fresco el aire del pino a tus costillas.

Iridiscentes ojos son colgantes de rama
por donde la egagrópila desciende en amalgama:
huesos, susurros, gritos y pelos de una llama.

Más arriba, entre las putas, te sirves el páramo;
no eres mujer friática y menos cuando tu amo
remueve tus entrañas con espigas en ramo.

A todos haces tuyos hasta lo más inerte;
entre tanto, la oscuridad sola vino a sorberte
y antes de salir el sol, decides ponerte.

Ya se cierra tu párpado tal purpúreo telón;
ya vuelves en crepúsculo a llenar tu rincón
envuelta en una pátina de hierba y desazón.

*

Un mi dado al aire
del dedo tiznado
del gitano aquel
posado en el banco.

Una tormenta.

Sobre el césped verde,
un pino tumbado
que acaricia a un perro
su lomo sin amo.

Sudan las persianas
un líquido amargo.
Nace somnoliento
del pino, su vástago.

Tiemblan las baldosas
al paso de un chavo.
Ruidoso ruedín,
muleta y espanto.

Fulgente farola,
caramelo y palo
sabor amarillo.
El pueblo acostado.

lunes, 1 de julio de 2013

Al canto rodado


Canto de algún recóndito lugar
donde su liso vientre reposó el río.
Canto casa de ninfas del estío,
viejo canto, durmiente entre el algar.

Canto gris, sedoso y libre lunar,
fresco, bajo la sombra guarecido
de la flor y el perfume del endrino,
permítele a La Arcoiris desovar.

Escisión de la montaña rocosa,
¿quién te arrancó del asiento del agua
y te empotró, acariciante, en las calles?

Rebélate, pues no eres una losa,
eres de la ribera vida extática,
fiel escudo y drenaje de los valles.

viernes, 28 de junio de 2013

El paredón amarillo

foto en http://www.flickr.com/photos/mcrucera/


Qué triste voladura desmembra a los mayores,
qué estruendosa implosión boicotea en sus sienes
haciendo de sus ojos, dos guisantes perdidos,
haciendo de sus nietos, solo desconocidos.

Es la mente una pértiga corvada por los años
clavados en su punta, afiladores viles.
Un cuadro descuadrado, corrido por el llanto,
lleno de una impotencia, pozo de senectud.

Acaso un día miran su facha en un espejo
y creen que es un disfraz, su pellejo de arrugas.
Arrugado el cerebro, enjuto; amarillo,
tal que un paredón, con pintura de nicotina.

Un paredón en ruinas de una casa, algún día,
amueblada de ideas, de caras, de querencias,
de anémonas marinas de infinitos colores.
Al fin, unicolor: ¡Amarillo!¡Amarillo!

―Dime, ¿quién eres tú?
―Madre, yo soy tu hijo
―¡Ah, no!, ¡no te conozco!
―Madre, mírame bien,
que vengo de tu carne
y tu carne me olvida.
(Llanto).

Todo se evapora, en una mente estancada;
barrotes oxidados es la presa perfecta.
Un barrote es un año, millones la desgracia,
o la soledad,
o el odio,
o tantos travesaños que puentean la deuda.

¿Adónde vais, recuerdos? Acaso vais al mar
de las verdes primaveras y dejáis al cuerpo
arrullar, deprimido, gravitando a la fuerza.
A mí, cuando me llegue, que todo se desplome
como torre de naipes: todo mi ser en uno.

miércoles, 26 de junio de 2013

Canto a Sara

foto en http://www.flickr.com/photos/mcrucera/


Raspa que raspa su piel
y sacude su almohada,
y rutilante el parqué
con la mopa enjabonada.

En el espejo del suelo,
aparece el de su cara;
su cara la sombra un velo
que es su pelo y cubre a Sara.

No te hagas más polvo, Sara,
deja la brizna y recelo,
que no es porqué de tu tara,
que no será tu consuelo.

¡Sube! ¡Recógete el pelo!
¡Mira, mira cómo brillas!
Dale corriente a tu anhelo,
sé una chispa de cerillas.

martes, 25 de junio de 2013

Era un vello despistado


Era su cuerpo metal,
mas de filo tan süave,
que en mi cabeza no cabe
condujera calor tal.

Condujera calor tal,
¡miento si solo fuera eso!,
que después vino su beso
como azota un vendaval.

Labio rojo blanqueado
a su lengua parapetaba;
ya busqué yo en sí la aldaba
para hacerse suyo a un lado.

Cayó su labio enojado,
y busqué yo en mí la causa
de tan maldecida pausa:
¡era un vello despistado!,

menos mal...

lunes, 24 de junio de 2013

Despedida entre cipreses de mi abuelo Ángel

Tallado sobre madera por mi abuelo del lugar donde nació, en Castrojeriz ( Burgos)

Ahora que aparta la tierra, rauda
la cigarra buscadora de savia,
te desprendes por raíces profundas
donde su timbal estridente escapa;

cuando la Tierra se inclina ante el Sol
habiendo, pues, su cabeza en el norte,
vítreo, reflejas  sobre la tez
los rayos con que pagar a Caronte.

No, no empuñaste remos sino azadas
que desbrozaron la piel de tu huerto;
quién, sino tú, calmó mejor su sed
y aplacó impertérrito fuertes vientos.

Pero eso está pasado… que hoy circulas
al sostén de cuatro hombros de alquiler
con el fin de tomar la posesión
del postrero agujero que has de ver.

Cómo avanza la vida tan veloz,
y cuánta carga fútil para qué.
Yo quiero portar liviano equipaje
como, en este día, tu mortaja es.

Llevo una pena flotando en el pecho
del nieto que viste crecer complaciente,
al que abrieron decorosas historias
sus ojos vivos e hicieron simiente.

No es aguda esta pena, aun siendo pena,
porque tu vida fue plena y reíste,
bailaste, viajaste y, todavía yo
te recuerdo, ¡ay ayayay!, entre chistes.

Déjame quitarle gravedad a esto.
Seguro estoy de que lo pedirías
mediante una hipérbole rimbombante
de una de tus profusas correrías:

¡Cuánto afiló la navaja tu abuelo,
aquel día de solaz en el campo!
¡Cuán enérgico su brazo, que el corte
segó la hogaza, su cuerpo y el árbol!

Mecánica mente, artísticas manos
pusieron a punto complejas máquinas
y dieron relieve sobre la tabla
a obras de gran porte como La Maja.

Te dejo. Hablarás con los cipreses
de copa de punta y parda madera.
Te dejo afilada la gubia en mano,
así podrás embellecer su médula.

martes, 11 de junio de 2013

Hay tantos ojos y ningunos son los tuyos



Hay ojos de cristal
que brillan y escuecen como la sal,
ojos profundos
que albergan sacros mundos,
ojos lapidarios
de los impávidamente refractarios,
y los hay melancólicos
pero lo son tan pocos...
Los he visto vívidos
que anegan inocentemente conmovidos,
yermos y hastiados
que invitan a ser poblados,
o majestuosos viperinos
que esconden intrépidos remolinos.
Hay ojos francos,
¡cuidado con las manos de los mancos!,
otros sinceramente lascivos,
más que la espuma de los perros declarativos,
ojos de color camaleónico
como los de aquel amor platónico,
y ojos inquisitivos
cuestionándose si son reales los vivos.
Hay ojos desorbitados,
¡quién sabe qué los ha descoyuntado!,
o perdidos cuenca adentro
jugando a ver si te encuentro,
ojos de contorno lanceolado
como las hojas del olivo de tronco rizado,
ojos de palo seco
propios del muerto que colma el hueco,
y otros de mares
cuyas olas impelieron agrios pesares.
Y luego…

Luego están tus ojos inasibles,
de símil imposible, que malean mi voluntad
hasta mostrarme escayola de fácil grieta
cada vez que nos atenazamos con miradas.

¡Oh mirada! sintonía armoniosa de pares
que se alcanzan desde dos bandos
y dejan fluir una corriente animosa,
y pasan danzantes los deseos,
y las palabras,
y los ritmos,
y el aliento,
y el calor.

¡Oh mirada tierna, cuánto me hablas!
¡Disuélveme!

sábado, 8 de junio de 2013

Mañana de girasol

Desata de mis manos los nudillos,
desenquista mi cuerpo y dalo al sol,
hecho palma que aventen los soplillos,
e inflamables mis labios como alcohol.

Estírame hasta aéreos altillos,
allá que lucen nubes de charol;
convocadas parecen en corrillos
por tu afán, mañana de girasol.

En frescura de tu boca de aliento
clarísimo, me baña la alborada
recubierta del polen de tu flor.

Otro bostezo, reposo y te tiento
con la lengua sobre otra bocanada
del enjuague que me sirve tu albor.

foto en http://www.flickr.com/photos/mcrucera

lunes, 3 de junio de 2013

Tu fauna





Fui fauno de tu fauna,
laberíntica fauna,
de buitres negros y linces esbeltos.

Con ínfulas de pluma,
por mi boca la espuma,
vislumbraron goce los carroñeros.                           

El felino incendiose.
Su garra mostró el pose
del que desuella garboso una presa.

La contienda tan breve
como la bestia bebe:
surcos de carne y algunos mechones.

Y todo lo demás,
fue carroña quizás…
porque las bestias no entienden palabras.

¡Qué pena que el placer
tenga ese cruel deber
de pálpito voraz de colibrí!


sábado, 25 de mayo de 2013

El golpe del corredor


Sobre aductores montado,
tenso de Aquiles tendón,
quema la suela en asfalto,
terruño, grama y sudor.

Minuto sesenta y cuatro:
¡Ay! –se queja el corazón,
colmando de sangre tibia
las piernas del corredor;

kilómetro diecisiete:
Con esta respiración,
no llega en tres a la meta
aunque trague augusto el dolor.

Los brazos a contrapierna,
en su mente una canción,
la boca muy seca seca,
la piel, vahído color.

El bache busca su planta.
Le espera un golpe a traición.
Estrella contra la grava
el quicio: óyese un estertor.

Dos mil kilómetros llevan,
para esta competición,
sus gemelos cincelados
a grito de entrenador.

Zozobra en la áspera noche,
sus piernas siguen el son;
quieren llegar a la meta
gloriosa, de agua y verdor.