El aire tibio del
estío anega las calles sonoras
entre trinos de
quienes buscan placton aéreo.
Las mosquiteras
ciegan las ventanas,
criban, desnutren el
aire
como del trigo
oreado
quita un labrador
las telarañas.
Tantos reflejos para
solo dos ojos
de tantos espejos
improvisados:
las hojas cargadas
de clorofila,
la chapa de todos
los carros.
Agitación sin cauce
es el aire,
el oxígeno y sus
átomos desgastados,
que dan el fruto de
sus colisiones:
calor con que mi
sangre disfrazo.